jueves, diciembre 08, 2005

Explico algunas cosas


Me cae mal Neruda. Y me temo que no es tanto por culpa de Neruda mismo como de sus incondicionales. Me pasó lo mismo por mucho tiempo con John Lennon, y ahora me está pasando con el Che Guevara. Lo peor es que sé que cada uno es grande, pero odio ver sus carachos reducidos a logos en poleras y chapitas.
Pero hoy es 8 de diciembre y me he tenido que acordar de los tres. Del Che por un carísimo par de zapatillas blancas con su silueta en rojo, que vi en la mañana en una tienda tipo tecno, listas para regalar a un adolescente que no conoce más que su perfil (en realidad hay zapatillas, billeteras y hasta bikinis, como el de la foto). De John Lennon porque hace 25 años que un loco lo agarró a balazos y lo transformó en leyenda. En un cadáver eternamente buenmozo.
Lo de Neruda fue distinto. Me lo recordó Harold Pinter, en la conferencia que dio durante la ceremonia en que se le entregó el Nobel de Literatura. La misma a la que Neruda vino a Estocolmo hace 34 años. Pinter no llegó porque está muy enfermo, pero envió un video para cumplir con la tradicional clase magistral ante la academia. Y lo suyo fue un discurso político de alto calibre poético y reaccionario. Un pedacito:

Todo el mundo sabe lo que pasó en la Unión Soviética y en Europa del Este durante el período de post-guerra: la brutalidad sistemática, las atrocidades generalizadas, la brutal supresión del pensamiento independiente. Todo esto ha sido completamente documentado y verificado.

Mi argumento aquí es que los crímenes de los Estados Unidos en el mismo período han sido registrados sólo superficialmente, no aceptados, ni reconocidos en absoluto como crímenes.

Los Estados Unidos apoyaron y en muchos casos engendraron cada uno de las dictaduras de derecha en el mundo al final de la Segunda Guerra Mundial. Me refiero a Indonesia, Grecia, Uruguay, Brasil, Paraguay, Haití, Turquía, Filipinas, Guatemala, El Salvador y, por supuesto, Chile. El horror que los Estados Unidos inflingieron en Chile en 1973 nunca podrá ser purgado y nunca podrá ser olvidado.

No ocurrió. Nada nunca ocurrió. Incluso mientras estaba ocurriendo, no ocurría. No importó. No era de interés.

Miren la bahía Guantánamo. Cientos de personas detenidas sin cargos por más de tres años, sin representación legal o debido proceso, técnicamente detenidos para siempre. Esta estructura totalmente ilegítima es mantenida desafiando la Convención de Geneva. No sólo es tolerada, sino que difícilmente se piensa en ella por aquello llamado “comunidad internacional”.

¿Qué pasó con nuestra sensibilidad moral? ¿Alguna vez la tuvimos? ¿Qué significan estas palabras? ¿Se refieren a un término muy rara vez empleado en estos días – conciencia? ¿Una conciencia relacionada no sólo con nuestros propios actos sino con nuestra responsabilidad compartida en los actos de otros? ¿Está muerto todo aquello?

Hoy todo el mundo en Suecia habla del discurso de Pinter. Y yo no puedo dejar de pensar en los versos de Neruda que citó como reflejo de la impotencia ante la destrucción, ante el sufrimiento de gente inocente, ante todos esos malditos horrores que las malditas palabras desnaturalizan y transforman en malditos clichés para las malditas agencias de noticias. A no ser que las palabras las use alguien como Neruda, que como me cae mal he leído a medias. Y cuando leí este poema por primera vez también estaba lejos y también un poco sola. También había guerra y Neruda, como no lo ha logrado nunca todo el marketing épico que tienen Lennon y el Che, me hizo rodar lágrimas. Supongo que en eso sueña Pinter. En que la titánica misión de literatos políticos como Neruda o como él mismo es hacer que las palabras sirvan otra vez.

Yo vivía en un barrio de Madrid, con campanas, con relojes, con árboles.
Desde allí se veía el rostro seco de Castilla como un océano de cuero.
Mi casa era llamada la casa de las flores, porque por todas partes estallaban geranios: era una bella casa con perros y chiquillos.

Raúl, ¿te acuerdas?¿Te acuerdas, Rafael?
Federico, ¿te acuerdas debajo de la tierra, te acuerdas de mi casa con balcones en donde la luz de junio ahogaba flores en tu boca? ¡Hermano, hermano!

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras salían de la tierra devorando seres,
y desde entonces fuego, pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros, bandidos con sortijas y duquesas, bandidos con frailes negros bendiciendo venían por el cielo a matar niños, y por las calles la sangre de los niños corría simplemente, como sangre de niños.

Generales traidores: mirad mi casa muerta, mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo en vez de flores, pero de cada hueco de España sale España, pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos, pero de cada crimen nacen balas que os hallarán un día el sitio del corazón.

Preguntaréis: ¿por qué su poesía no nos habla del sueño, de las hojas, de los grandes volcanes de su país natal?

¡Venid a ver la sangre por las calles,venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre por las calles!

La Fundación Nobel tiene la transcripción completa del discurso en cuatro idiomas, pero no en castellano (!!). También se puede bajar el video. http://nobelprize.org/literature/laureates/2005/pinter-lecture.html

domingo, diciembre 04, 2005

Salvaje y global



A mí me gustan las teleseries de después de almuerzo. Ni siquiera las brasileñas, que son buenas. Prefiero las mexicanas o venezolanas, que hasta se echan de menos con la arremetida de las made in Miami (partiendo por Morelia, iniciadora de la industria y tan recordada por la magistral mostrada de hilacha de Bolocco), que por cierto, también veo. Gracias a esta chabacana debilidad, hoy me encontré riendo hasta el ahogo, mientras caminábamos por la nieve de vuelta de un mercado navideño, en el centro de Örebro. Habíamos visto los coros de niños bajo la nieve, probado los dulces tradicionales, tomado vino caliente y hecho la fila para una enorme salchicha con mostaza con mi compañera de Ucrania. Siempre que me arreglo un poco, Natalyia insiste en que le recuerdo al “arquetipo de la mujer latinoamericana”, habiendo yo recibido el piropo de lo más foronda, aunque sin tener mucha sospecha de cuál podía ser ese arquetipo para alguien de un país tan distinto. (Sospecho que mi atento subconsciente asumió que eso era Salma Hayek).
Hoy ya sé que el modelo es más bien Verónica Castro. Salchicha en mano, mi amiga me contaba con increíble precisión (considerando que ella era todavía una niña) que cuando cayó la URSS se exhibió la primera telenovela extranjera: La Esclava Isaura. Luego vino Los Ricos También Lloran, Rosa Salvaje y Simplemente María. Todas fueron éxitos colosales, toda la ex URSS las vio, y todos –hombres, mujeres, niños y abuelos– comentaban los avatares culebronescos que en Latinoamérica tan bien conocemos: infancia miserable, humillación social, invalidez transitoria (ceguera, pérdida de la memoria u otra), muerte de los familiares, robo del hijo, desprecio del amante a manos de una rival glamorosa y malvada… todo se puede soportar. Todo se debe soportar, porque al final terminaremos millonarias, amadas, sanas y más encima buenas personas. La mala, en cambio, encontrará una muerte digna de su mal vivir: será tragada por un pantano o devorada por los cocodrilos.
Lo que para mí es pura indulgencia kitsch, es para ellos un símbolo generacional de liberación y de apertura al resto del mundo. A Rosa, a María y a Isaura no la iba a salvar ni su sindicato ni el partido ni el Estado, sino algo que Lenin había prohibido: la fe en el dios cristiano (aunque ahora que recuerdo mejor, en el caso de Rosa era a la “Virgencita de Guadalupe”, que es más bien un rezago pagano, pero qué le vamos a hacer).
Así que ese era el famoso arquetipo. Y al igual que pasa en Chile donde hay tanto Kevin, Michael, Stephanie y demases, los nombres de los personajes mediáticos se pusieron de moda: Rosa, María, Mariana, Luis Alberto y hasta Cheíto, me recita mi colega… pero en la rural Ucrania no los usaron para bautizar a las personas… sino ovejas, caballos y vacas. Debe ser que el comunismo los dejó un poco más escépticos.