Estamos calientes

Increíble. Tuvo que decirlo el líder más desprestigiado del planeta, y en su momento de más bajo apoyo incluso entre sus conciudadanos, para que acá en Chile, esta pequeña colonia del sur, el calentamiento global comenzara a aparecer con fuerza en la tele y en los diarios. "Se instaló en la agenda", como le gusta decir a los periodistas. Bush y la ONU, las dos caras del poder -uno real y el otro de mentiritas, pero pomposo- tuvieron que "instalarlo", como si todo lo que ya sabíamos no tuviera importancia hasta que ellos lo decidieran. "No hay evidencia científica" dicen muchos, como si a la hora de cuestiones de vida o muerte hubiera tiempo para andar buscando evidencias con un sistema de conocimiento -la ciencia o cualquier otro sistema humano- que es y será insuficiente para explicarse el 99% de los fenómenos naturales. El sentido común funciona mucho mejor, y ese dice que hace al menos un siglo y medio que el género humano, y en especial las grandes potencias militares, industriales y económicas, están produciendo demasiada basura. Todo lo demás es ignorar lo obvio. No se puede sólo explotar, y eso se aplica a cualquier tipo de recurso, sin ver tarde o temprano las consecuencias.
A pesar de la desilusión que me provoca constatar que incluso en Chile tiene que ser el bruto de Bush, o la inoperante ONU quienes "instalan los temas en la agenda", no es malo que se hable de una vez, aunque sea ocupando un porcentaje entre los sosos cahuines de los políticos y las tapaderas de todo tipo de personajes poderosos. Han sido demasiados años de minimizar las verdaderas noticias, de explicar los procesos genuinamente trascendentes. Esos que de verdad pueden cambiar el futuro.