lunes, enero 23, 2006

Sale la corona, entra la banda




Un día de invierno hace 19 años todas las niñas y adolescentes chilenas se despertaron sintiéndose más lindas. Una nacida del mismo suelo había sido elegida “Miss Universo”, un título de insólita importancia mediática durante los años de guerra fría. En ese tiempo, eran las niñas bien -de apellidos vinosos o extranjeros- y no las aspirantes a un anillo de compromiso comprado por un deportista las que se peleaban por “mostrar al mundo la belleza de la mujer chilena”. Aunque, de existir, tal concepto se acercaría harto más al arquetipo de la novia del deportista, eso sí antes de pasar por el gimnasio, el solarium y el bisturí. Ellas las que, ante preguntas que se repetían sistemáticamente en todas las versiones (¿quién es el personaje a quien más admiras? ¿Cuál es tu mayor defecto? ¿Si pudieras pedir un deseo, cuál sería?), respondían con idéntica sistematicidad: “Al Papa”. “A la madre Teresa”. “A mi mamá”. “Ser demasiado sensible”. “Ser demasiado perfeccionista”. “Olvidarme de mi por atender a los demás”. “Que se acabaran las guerras”. “Que no haya más hambre”. “Que Rusia no tire la bomba nuclear”. Vaya modelo para publicitar. Por suerte “nuestra Cecilia” (como la comenzaron a llamar desde entonces) era harto más avispada, sería de mala leche negarlo. 15 años después, logró casarse con un ex presidente sudamericano, cuando aún tenía pretensiones de volver a ser elegido. Cita a Nietzsche (aunque dice que no es su filósofo favorito), inspira personajes de Paulo Coelho y es amigui del viejo George Bush (¿acaso le estará agradecida de que Rusia no haya apretado el botón?).
Por estos días las niñas andan aún más inspiradas. Mi pequeña sobrina de voluntariosos 5 años no conoce a Bolocco. En cambio, fue feliz con el triunfo de Bachelet. Vaya cambio de modelo. Vaya cambio en el capital inicial. De los privilegios ganados con una cara bonita a la capacidad y el esfuerzo. Del festival de lugares comunes a las opiniones (al menos en la mayoría de los casos) bien fundadas. Del papel de cortesana, que logra lo que quiere seduciendo al líder, a las decisiones honestas y frontales. ¡Albiricias! En las calles de Santiago, los vendedores ambulantes en lugar bandas blancas satinadas con las letras azules de "Miss Universe", andaban vendiendo unas tricolores. Las mujeres las compraban y reían, saben lo que ese cambio significa. Y cito los carteles callejeros de los que me dio cuenta mi amiga Pamela, parafraseando a Gabriela Mistral: “Todas íbamos a ser reinas… pero ahora seremos presidentas”.