domingo, septiembre 18, 2005

Es feo, pero es güeno


Cuando viví en Inglaterra me llevé de Chilito una olla y un sartén, ambos bien charchas. En tanto hubo confianza suficiente, mis compañeros primermundistas de mofaron de mis prioridades. Pero no hubo sólo huasería en mi decisión, sino también afectividad. Los utensilios de cocina viejos sirven como pocas cosas para la sensación de pertenencia. Por eso soy feliz de haberme decidido esta vez por un tostador. Aparatos como este no se encuentran en ninguna parte del mundo, con lo útiles que son. No sólo para tostar, sino para cocer a fuego lento, como me expliqué a la estupefacta chiquilla holandesa con la que vivo, que de pura buena voluntad el otro día lo lavó. Sí, lo lavó. Porque un objeto como este, cuya medida de calidad y fidelidad va en cuán negro esté, no cuadra con la limpieza y belleza del diseño de estos lugares. Mi tostador es sin ninguna duda el objeto más feo de toda la cocina. Pero yo lo quiero por eso, es mi pequeña cuota de rebeldía. Me bañaré todos los días, tendré alguna ropa de marcas internacionales y hablaré bien el inglés... pero todavía tengo mi cuota de subdesarrollo: viajo con ollas, sartenes y tostadores, baratos y feos, pero güenos.

(El efecto Omo es de mi novio: www.fotolog.net/nocaine, www.flickr.com/photos/nocaine )

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