domingo, septiembre 18, 2005

Estado protector I



Entré a McDonalds francamente hambrienta y no se me pasó por la cabeza servirme algo. Iba en misión de espía, sólo a ver cómo se las arreglan para enchufar cajitas felices en un país donde la publicidad dirigida a niños está prohibida... (creo que ya hablé de eso antes. ¿Cómo lo harán para la pascua?). En efecto: dentro del local (ni el olor se cuela para afuera, como en Providencia) cuelgan decenas de gigantografías con brillosos "bic mac", pero nada de "happy meals". Sólo avisté al famoso payaso institucional, sonriéndole a la nada (me recordó los inanimados Pollo Fuentes tamaño natural instando a comprar Kino) arrumbado en una escalera clausurada.
Tampoco hay juegos para atraer niños, aunque no sé si eso será ilegal. El punto es que había poca gente, y casi no se veían niños. A disposición, una tabla de calorías de todos los productos que se venden, con sus correspondientes dosis de grasa. Ahí va el dato: lo más seboso viene siendo un McFeast, seguido de QPCheese y Big Mac, todos con más de 25 gramos de esa que no se despega más de la vena. Puaj! (como la de los choripanes, pero en ese caso es distinto porque puchas que son ricos...).
En un país tan lleno de leyes y reglas como este (ya hablaremos de los excesos del Estado protector), hasta las transnacionales más feroces tienen que retroceder. No tienen publicidad en la calle, se instalan en un edificio antiguo al que no intervienen y ni siquiera hay olor a fritanga.

(1. Casi parece un hotel de buen gusto, ¿verdad?)
(2. Primer Premio Calendario Kimberly 2005, de Sebastián Arancibia. www.acuario.tk)
(¿Dieron Super-Size Me en Chile? Yo vi un pedazo y es muy chistosa... de cómo un voluntario a dieta McDonalds queda con desnutrición y daño hepático luego de un mes. Todo real, por cierto. Habiendo tanta mejor forma de propinarse el daño hepático...)

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