jueves, agosto 25, 2005

Impresiones (no tan) provincianas sobre el diseño en Suecia


Ahhh... el diseño. Era verdad que en este país los interiores son fantásticos. Mi pieza, que es la más barata de las que arrienda la universidad, es toda IKEA, esa marca de diseño "barato" (tipo Casa & ideas) famosa en toda Europa. Tengo un espejo gigante y tres magníficas lámparas, más muebles enchapados en madera pálida. Hoy fui a un banco a abrir una cuenta, y en lugar de banco el lugar parecía un café avant-garde. El "ejecutivo" de cuentas, como todos sus colegas, tenía un impecable bonsai en un pedestal del escritorio, y se veían las caras entre sí, prescindiendo de los horrendos paneles tan clásicos en mi querido banco chileno gracias al generoso espacio. Del techo colgaban lámparas araña de papel, y el exterior se veía a través de ventanales verticales angostísimos y rectangulares por donde se colaba una hiedra. Parecía un bosque habitado, el límite entre el espacio natural y el artificial se borraba. El empleado era estúpido, me tuvo sentada media hora llamando gente sin poder resolver un problema. Pero sentada en una silla de Arne Jacobsen.
Ayer, con motivación de huasa, me uní a un grupo de universitarios para ir a un "club". La música era un verdadero desastre, pero las barras parecían pirámides de felicidad embotellada. El que las pensó tuvo en cuenta que, finalmente, una botella es un vidrio con un líquido de color adentro, y lo que hizo fue una escultura.
Y nótese que no soy para nada una chica design, ni de lejos refinada. A la vista, prefiero mil veces el grasoso desorden de un curanto en relación a un plato "descontructivista" (no dije que los hubiera probado); y estoy infinitamente más contenta en el bar de René (cuya barra también es poética, pero por lo rasca) que en un chill-out con neón morado y asientos de cuerina resbalosa. Algo me dice que por acá tienen mejor logrado el concepto...

1. Uno de los cafés de la universidad (que es financiada por el Estado). Específicamente, el que me queda más cerca de la sala. Sí... la cafeta de Periodismo en sus tiempos de Belgrado tenía lo suyo pero... pero...

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